jueves, 29 de abril de 2010

Conversación con el amigo II.

En esa rabia donde no toco madera
y tus ojos se nublan
y pasan como aves...
sombras sobre el agua sucia;
prefiero el silencio,
escuchar las voces que a lo lejos
parecen me vocearan de niño...
lamentos tal vez
o mi padre alzando la vara para castigar a los bueyes.

Todo se concentra en tu rabia
y es en ella que acontece mi pérdida;
después veo como los toneles
en un cuarto de curar vino
y a una señal pegar la boca al hilo o gota
por una brevísima ranura en el barril
y más tarde ir dando tropiezos por los triíllos
con una felicidad que nunca ha vuelto.

Pero la rabia anula
mientras el recuento de la felicidad golpea.
ni un candil, ni una brecha en el tropiezo
nada te regresa al hilo donde aún vibrabas.

Ahora, las aves de tus ojos solo son sombras
y quienes se posan lucen cansados del agua sucia.
Y tus ojos nublados tampoco regresan
ni la vara con la que mi padre alzaba
un poder que los bueyes hacían espuma.


Una vez la madera, eran tus ojos en mi puerta
tallados, casi exactos por la mano de Dios
bajo un sombrero que parecía
una fronda bajo un árbol invisible;
una vez esa madera llegó a ser
una tabla de salvación bajo mis días
una madera con su cáscara y sus polvos
llena de cicatrices y mordeduras
pero aún así resplandeciente
como sembrada en la bruma
sin importarle los malos tiempos
parecida a una patria sin voces donde empinarse.

Hace mucho tiempo ningún ave se posa
ni se parece a la patria lo que solo es bruma;
y en esto, la rabia desde donde nublas
dispara una suerte de esquirlas
con las que has ido matando cada antojo.



Juan Carlos Recio
NY/ 29 de Abril del 2010.

miércoles, 28 de abril de 2010

Sin crítica no hay crítica ni viceversa

Por Edelmis Anoceto Vega

1. Pensemos por un momento que la literatura de una nación puede medirse por el estado de su crítica literaria, asumida esta como un sistema que coexiste con el desarrollo de géneros tan establecidos como la novela y la poesía, por ejemplo. Ese sistema es producto de una naturalidad que, al desvirtuarse, desvirtúa también todo el resto de la producción literaria. Ninguna literatura nacional es completa si no se corresponde con la crítica.
La eficacia de los hechos críticos individuales está en correspondencia con la institucionalidad crítica en la medida que esta los propicia o los soslaya. Un estado de crisis de la institución crítica tiene su equivalente en los mensajes particulares. Si los actos críticos se producen con determinada pertinencia y congruencia, significa que la institucionalidad los favorece con una sincera voluntad, aunque también puede suceder que los esté evadiendo intencionalmente.
2. Entendamos por crítica literaria ese sistema en el cual los mensajes se refieren a otros precedentes, caracterizándolos, definiéndolos, analizando su estructura y funcionamiento en los diferentes planos del lenguaje, la técnica del escritor y su estilo, etcétera. También el mensaje críticoliterario puede servir a su autor para emitir juicios propios acerca de lo que considera, según sus convicciones, estimable o no en el campo de la literatura y la creación. A veces de manera solapada, aunque lícita, el crítico emite sus fundamentos y principios tomando como punto de partida determinada obra. Al mismo tiempo este tipo de mensaje sustenta referencias a la forma en que supuestamente la obra de su objeto opera en el ámbito cultural, tanto en el contexto propio de la obra criticada como en el del texto crítico; se refiere al valor social y al lugar que ocupa dentro de determinado patrimonio literario. Y, por supuesto, el crítico tiene la potestad de referirse a su propio proceder, a las maneras y métodos de análisis, en interacción con otros textos de la misma índole, y a exponer cuál es su tesis y objetivo. En este sentido el texto reflexiona sobre sí mismo. Todo lo anterior debe corresponder al campo de responsabilidades, derechos y deberes de los críticos únicamente.

3. Cuando en una reseña se comienza por la mera descripción, la anécdota, el párrafo retórico y el elogio y se termina por la frase “se trata de una voz peculiar dentro del panorama literario cubano”, sucede lo mismo que cuando una apacible tarde de domingo lo más importante que un comentarista nos dice sobre una película es que tiene una hora con treinta minutos de duración, tres nominaciones al Oscar y su director continúa con la línea iniciada en 1995. La función más rigurosa de la crítica, la interpretativa, es obviada y se potencian otras dos, la referencial y la valorativa. El lector únicamente se entera de que tal obra es así, con tales características, y por tanto es buena y debe ser leída. Sin embargo al lector también le incumbe saber qué hace que un libro sea un poemario y no un bodrio de frases vacías, qué hace que la literatura sea literatura. Del crítico —como mediador y guía que ejerce acciones interpretativas, publicitarias, evaluativas...— interesa saber no solo qué debemos leer, sino además el método de análisis, la manera de penetrar la obra y descodificarla. Cuando el crítico le sirve al lector de intérprete, como traductor de las connotaciones del aparato figurativo de la obra, está cumpliendo su mejor función. Cuando el crítico tiene esta limitación, no tiene otra opción que la alabanza y la festinación, que no conducen más que a su descrédito. El mejor lector es el que duda de la crítica (lector crítico), no el que la acata ciegamente, pero mucho mejor si al mismo tiempo el lector encuentra en el modelo analítico del crítico un instrumento para enfrentar futuras obras.

4. Cierto es que no existe un texto críticoliterario puro, o sea, su función nunca es exclusivamente interpretativa. La crítica se inserta en el sistema institucional como una institución más a la que corresponden determinadas obligaciones. Sin embargo cuando hay un proceso de desnaturalización en el cual el pensamiento crítico es administrado y enrumbado por quienes dirigen las políticas culturales —muchas veces de manera unidireccional hacia zonas ilegítimas y transitorias—, comienzan a aparecer males que a largo plazo son irreversibles, tienen su impacto negativo en el entorno sociocultural y acarrean consecuencias dolorosas.

5. El ejemplo que sigue nos ilustra acerca del tipo de texto críticoliterario común en nuestras publicaciones. Ha sido extraído de una de las revistas culturales más importantes en Cuba. Los nombres y títulos se han sustituido por variables y por las voces tal y más cual respectivamente.
Una trama humorísticamente estructurada en seis capítulos, convierte a Tal de M, premio Tal, en un libro singular dentro del conjunto diverso que exhibe la narrativa infantil actual.
Esta autora que conozco a través de sus libros: Tal y Más cual, y ahora por este nuevo titulo que la editorial Z ha puesto en mis manos; se me antoja grácil y auténtica como sus personajes. Más aun, tierra casi virgen para los estudios del género.

Tal, es una especie de novela corta que inserta planos de ficción a la dura realidad de un solar habanero, en estos tiempos sin brújula; donde un viejo fantasma —verde— ¿acaso necesario?, deambula carente de identidad, comprensión y sosiego, tras la búsqueda incesante de sus raíces. El azar, el humor, la suspicacia y la naturaleza humana de los niños, es el hilo conductor del entreverado mundo de sortilegios, soluciones inverosímiles, carencias y creencias en poderes fabulosos que se respira en estas páginas. La sinceridad, constituye un atributo de la generalidad de los personajes que viven en el texto y es la sátira, tan peculiar del humor cubano, la forma que utiliza M para encubrir la crudeza de ciertas temáticas sociales que no pueden abordarse con la seriedad requerida. Se advierte en el estilo de la autora, la presencia de un narrador capaz de desandar con idéntica soltura los dominios de la realidad y de la fantasía sin reparar en fronteras inútiles, en cuanto al lenguaje utilizado, —por inmoderado que pueda parecernos, si de niños se trata—.
La referencia a sucesos inevitables de nuestro entorno y sus secuelas para la vida de los personajes. Sirva de ejemplo el capítulo: “Tal”, evidencia una preocupación de índole ecologista en relación al lugar en que se ubica la acción del libro, pequeño espacio de larga historia, abundantes leyendas y rico folclor que M aprovecha sin caer en los maniqueísmos que propician estos elementos.

La impresión del volumen modesta, pero cuidada, exhibe el diseño de K, la edición de L y las ilustraciones de corte caricaturesco de P, que muy bien pudieron ser más ricas en matices y números para lograr un realce de la atmósfera del texto.
En este mundo donde la realidad parece sacarle ventaja a la ficción y amenaza con dejar sin empleo a los más imaginativos inventores de ficción, leer Tal de M, constituye un ejercicio recomendable no solo para niños y adolescentes, sino para quienes continúen creyendo en la posibilidad de viejos fantasmas —verdes— y otros misterios.

Se hace obvio que el enunciado citado desvaría alrededor de diferentes temáticas. No se evidencia un centro en torno al cual giren sus oraciones. Se dificulta encontrar un sostén que soporte las ideas, aunque estas no son nada complicadas. En la lectura no logramos concentrarnos en un mensaje construido con un principio semántico definido. Casi al unísono el autor emite juicios diferentes que llaman la atención sobre disímiles fenómenos e indistintamente pasa de una idea a otra sin asirse a una plataforma uniforme. En general el texto discurre sobre una pluralidad de registros, es politemático.

Observamos que la obra Tal es descrita, clasificada en género; la autora es caracterizada (grácil y auténtica); se informa de sus libros; se emiten juicios sobre la realidad y el mundo y los tiempos que corren (los sucesos inevitables de nuestro entorno); se reseña la trama muy brevemente, los elementos que componen su hilo conductor; se describen personajes, la manera en que la autora aborda ciertas temáticas difíciles; se dice del estilo y de la capacidad de la narradora; se valora el libro como objeto (diseño e impresión, ilustraciones); y por último se recomienda la lectura. Todo ello es expuesto de manera muy elemental y primitiva, haciendo énfasis en las funciones referencial y evaluativo de la crítica.

En cambio en la crítica interpretativa el entramado simbólico del texto debe ponerse en claro en un proceso que involucre las categorías probable-cierto. Lo individual (la obra) se enmarca en lo general (las convenciones literarias). En rigor el crítico funda su evaluación a partir de juicios axiológicos que se vinculan a un régimen uniforme de ideas, en un sistema que halla su basamento en un patrimonio común de valores. La interpretación de la obra se enriquece en la medida en que el rango de asociaciones propuestas por texto crítico es mayor, más imaginativo, mejor y claramente fundamentado, con lo que se exige al lector una urgente salida de la pasividad. El lector expuesto a un análisis interpretativo se ve obligado a problematizar con las funciones referencial y evaluativa de la crítica.

6. Durante años hemos padecido en Cuba este tipo de “indigencia crítica”25, de crítica comodidad acomodada y “sinflictiva”, al punto de crear en los lectores un vacío y una convicción cada vez más triunfalista, conformista y desproblematizada. Decimos que el cubano es un público lector, pero los que nos relacionamos con adolescentes conocemos de su creciente y alarmante incultura literaria. Hace unos años el escritor Jorge ángel Hernández Pérez en una conferencia sobre la lectura, cansado de poner ejemplos de obras elementales, tuvo finalmente que preguntar a su auditorio de estudiantes si se habían leído alguna cosa alguna vez. La banalización, el ocio, la pérdida de valores y el vacío ideológico del cual se quiere hacer responsable a la juventud cubana no son más que productos tan nuestros como las palmas, no rezagos del pasado. Es evidente que la sociedad cubana es cada vez menos pro cultural.

7. Se nos dice en los medios y en las instituciones que nuestra literatura es buena, pero no lo podemos afirmar a ciencia cierta. Nuestro pensamiento literario debe enfocarse de manera teleológica, con un enfoque que conduzca a una ubicación desde la perspectiva de la contemporaneidad. Es dañino mirar solo con amistosa complacencia el ambiente doméstico; el debate sobre las obras que ahora mismo se publican en otras regiones nos haría salir del desconcierto, la parálisis o la deriva en un aparente ambiente de calma. La vida literaria, la pose y la figuración en eventos y concursos ocupan un lugar preponderante y no dejan espacio a la divulgación de los estudios literarios. Lo contrario sucede en las universidades, escépticas a la hora de incorporar a sus planes de estudio la última creación literaria del país, sus claustros están cada vez más retirados de la vida cultural. Si por alguna necesidad nuestra crítica ha de apartarse de la ciencia literaria para ser cada vez más informativa y valorativa, ¿dónde está entonces el análisis sobre las editoriales, las Ferias Internacionales del Libro, la crítica al Premio Nacional de la Crítica —valga esa redundancia—?

8. Preocupante es —y esto no atañe solo a la literatura— que cuando en uno de esos casos aislados el crítico logra acceder a un medio con un mensaje argumentado y serio sobre una problemática puede encontrarse con una total e irrespetuosa indiferencia por parte de las instancias aludidas. Así hemos transitado por un proceso que va desde la abolición del discurso crítico hasta una fingida apertura. Se trata de una clara actitud de “presto atención, pero no escucho”. En este sentido es ejemplar el absoluto silencio mediático durante el importante ciberdebate sobre la cultura y la sociedad cubanas ocurrido en 2007 o el más reciente acerca del Sistema de Bibliotecas Públicas. Hechos como estos quedan diluidos en el ciberespacio, al cual tiene acceso solo un ínfimo porciento de la población. Se pone en evidencia el temor a que determinadas realidades sean del conocimiento del mismo pueblo cuya cultura e instrucción son enarboladas por los propios medios de difusión. Ante el cinismo y la falta de sensibilidad el crítico se ve forzado al retiro.
9. Una anécdota: En el año 2002 el presidente del Instituto Cubano del Libro ordenó retirar varios folletos de Corín Tellado del estante de libros de uso de la librería Pepe Medina de Santa Clara, alegando que en Cuba había mejor literatura. No es necesario aclarar que el presidente del Instituto Cubano del Libro no era ni es un crítico, pero desde el poder ejerció en aquel momento la función valorativa de la crítica, sin detenerse en la interpretativa, y privaba a los lectores de textos cuya prohibición no estaba oficializada. Imponía una estética.

A ningún crítico se le ocurriría demostrar que todo lo que se publica en Cuba es mejor que Corín Tellado, ese esfuerzo no vale la pena, en todas latitudes se publican buenos y malos libros. Independientemente del papel orientador del crítico, es el lector quien tiene la libertad final de formarse un gusto personal acerca de la literatura, de discriminarla y decidir por sí mismo lo que es bueno y malo, para que exista un verdadero proceso de aprendizaje y crecimiento. Otra cosa es imposición, irrespeto y falta a la inteligencia ajena. La censura no es una función de la crítica.
10. Cuando hablo con un cibernético o un médico le pido que me traduzca al español todo lo que no entiendo. Ellos se desprenden de toda su fraseología técnica en aras de hacerme fácil la comprensión. Aunque cada medio tiene su propio lenguaje, el critico no debe desechar su arsenal teórico para adaptar el discurso al receptor y minimizar en este la capacidad de reflexión. Por el contrario, es el lector quien debe tratar de situarse en consonancia con el mensaje crítico como creación auténticamente independiente, aunque sujeta a otra que la precede. Disminuir su lenguaje significa disminuir la inteligencia de del lector.

11. La falta de espacios y la centralización de los medios ha generado en Cuba una cultura acrítica, o mejor una incultura crítica. Para el desarrollo del crítico es necesario que este posea un campo de acción y acceso a los medios, de lo contrario no se crea un ambiente propicio para el género. La mejor atención que se le puede dar a un crítico es el espacio. La mayoría de los críticos cubanos no ejercen de manera sistemática ni son remunerados como profesionales. Tenemos una única revista para cada cosa, y estas publicaciones son las que quedan para finalmente legitimar la escasa crítica que se hace, sea acertada o descabellada. No existen otras publicaciones alternativas que puedan dialogar con las establecidas Temas, Tablas, Cine Cubano, Arte Cubano… y sus tiradas y distribución son precarias. Tampoco los medios de difusión pueden confrontar criterios entre sí, estos funcionan como departamentos de una misma dirección, la cual centra su interés en crear expectativas en el orden político-económico, con aprensión —sobre todo en la prensa plana— hacia la entrada en sus espacios de mensajes críticos culturales, incluso de voces muy autorizadas. Corresponde a los medios de difusión masiva salvar esa distancia que existe entre el crítico y el gran público. Aunque cabe preguntarse si el hecho de que ese gran público adquiera una verdadera cultura crítica perjudica a alguien. Antes de preocuparnos por nuestra falta de crítica, o por el carácter feudal de la misma, debemos darnos cuenta de que nos faltan muchas otras cosas sin las cuales no podremos dar siquiera el primer paso.
25*El término es de Juan Marinello.
Tomado de Hacerse el cuerdo.UNEAC, VC. Cuba.
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Datos del autor:
EDELMIS ANOCETO VEGA: Santa Clara. 1968. Poeta, editor, traductor literario, y licenciado en Lengua y Literatura Inglesas. Sus poemas aparecen en el boletín El Mejunje, El Caimán Barbudo, Cartacuba, Signos, Vanguardia, Huella y El Cuervo (Puerto Rico). Ha colaborado en Ariel, Cauce, Juventud Rebelde, Cartacuba, Umbral, Hacerse el Cuerdo, Educación y Huella.Ha publicado los libros: Cantos del bajo delta (1998); De todas las almas creadas, traducciones de Emily Dickinson (1998); A una alondra y otros poemas, traducciones de de Percy B. Shelley (2003); Mortgana (2002); Imago Mundi (2002); La cólera de Aquiles (2005), La cosecha y el incendio (2005), Desertor del cielo (2007); Poemas agrestes, Traducciones de Robert Frost (2008) y El sueño eterno (2009)________________

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lunes, 26 de abril de 2010

LA EXTRANJERA



Hace mucho no leía un libro completo de Damaris Calderón, esa poeta que en: Se adivina un país, me había sorprendido con temas cercanos a experiencias que yo vivía, y no sabía contar. Ella sin que me conozca, (ni como lector), me dio ese empujón que tiene la poesía que inspira, para que pudiera expresar mejor algunos de mis sentimientos más cercanos o chocantes con la realidad -que de quedarme grande-, acontecía conmigo y me arrastraba a oscuros rincones que no tenían la luz, para saber nombrarlos; Damaris sí, en su poética que es como recortes de retratos, y a veces con filo que lacera, la poeta nos descubre un mundo lleno de reflexión y de interrogantes que muchas veces tienen un peso generacional. Una poesía que me gusta, tiene ese acabado que en la buena madera luce siempre su mejor esplendor y que en los versos de esta poeta, no es una apariencia cualquiera, hay un poema de ella que ejemplifica muy bien este logro: Una mujer sola y amarga,(título de ese poema); un tiempo presente y uno quizás del pasado que vuelve desde lo existencial, desde lo que en ese momento se vive: Cuando tú eras hermosa/ cuando tu pecho lo cruzaban furiosos vientos/mi madre me paría en una sala sórdida. Otro de los logros que se mantiene y crece en su poesía, viene de ese ritmo siempre ascendente, del dominio de nombrar las cosas y de darle utilidad a las palabras en función de imágenes que no nos pierden, que se arman coherentes y parecerían una escena representada ante nosotros, que de lectores a publico, pasamos sin saberlo, metidos en la costura de la forma en la que ella nos dice: He apostado a caballos/ como he apostado a mi genealogía/ jinetes que compiten/corren/ hacia una línea que no se discierne( de su libro La extranjera, poema de título Gerad Gericault) y al final de ese poema: Un monstruo que será una balsa de larvas de hombres/ multiplico el horror en un autorretrato/ -soy ese cuerpo que nunca acaba de caer-/ Y es esa manera de implicarse en lo que cuenta, donde nos incluye, más que en el sentimiento, en esa suerte que nos da la armonía de unos versos que nunca nos dejan caer, es como ir atrapando instantes que pudieran ser la eternidad, de las historias, las cosas, la familia, la patria, las gentes, los amigos, nadie de los que se van al polvo sin dejarnos una huella; y la poeta, como una extranjera desde lejos, o tan cerca como si nos conociera de toda la vida, como si fuéramos al cine a ver qué cuentan de nosotros unos personajes que pueden llegar a hablarnos como nosotros, pero que solo la mano de esta mujer que acontece y que con sobrada originalidad nos aborda, es que esos temas no tienen un juego fuera del sueño, son lo que son; y también porque ella no deja que usemos todo el tiempo una máscara, se desnuda y es precisa cuando lo confiesa: y/ ando a tropezones/(como) un ciego/ toco madera/(bulto):/ mi casa/Tres:/ son lo deseos/ de las aguas/ (albañales)./ Tres:/ el instrumento/ musical/ de la negación. Ha esta hora, cuando aún no conozco a la poeta, cuando no sé bajo qué aires respira, yo, lector de esta música con la que ella ha afinado su alma, me dispongo a quedarme atrapado como un extranjero en una casa= versus libro, como Damaris Calderón lo dice: En este pueblo/ sin una historia sórdida/ no me construiré una lápida/ ni un epitafio/ que patentice mi mortalidad.



Juan Carlos Recio
NY/ Martes 26 de abril del 2010.
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Poemas del cuaderno Guijarros:


Que el animal arranca el látigo del amo y se flagela a sí
mismo para convertirse en amo, sin saber que eso solo
es fantasía producida por un nuevo nudo en la correa del
látigo del amo
, lo sentimos muy bien todos aquellos
que somos judíos, es decir, la mayor parte de
la humanidad. Queda claro que todo no es más que
otra vuelta de fusta.

























Minutos antes

De un tajo, el puente la divide en dos.
Sobre la barandilla sus manos reposan.
Indiferente, lanza monedas al agua.
El agua dice:”Soy la succión de todo lo creado”
y su boca vuelve a cerrarse en ondas.
Sobre el puente muerde sus dedos
(ya no le pertenecen),

dedos roídos hasta hacerlos sangrar, cerezos amargos
que quisiera arrojar al agua con la misma prodigalidad
que las monedas.





Es un oficio duro
Me dice el verdugo el sepulturero
Y acomoda cadáveres
Montón de carne humana con naturalidad.
Él no ha leído a Shakespeare suda
Quiere que esto termine cuanto antes.
Cuando regrese a casa
Golpeará a su mujer besará a sus hijos
se dormirá en paz como cualquier difunto.


a Horacio Mc Coy.


Viajo en trenes rigurosamente vigilados por nadie.
Por mi desidia acaso. Por la sombra –no de mi padre– que
entre los muertos vuelve a decirme: “Hijo mío, ignoras
tantas cosas”. Soy –destino inapelable– un pasajero. Atrás
quedaron los rostros más amados lanzados al vacío, la
heroicidad posible. No oculto ni una libra de sal entre
pañales. No he dicho a los soldados: este es mi hijo, mi
criatura, golpéenlo, redímanlo a la luz.
No merezco siquiera el tiro formidable de un cosaco.
Un poco más y llego a la próxima estación.
No siempre matan a los caballos.

Poemas del cuaderno Parloteo de sombras:

Vendrán días peores.



Para Sigfredo Ariel




El camino de subida
y el de bajada no es el mismo.
No es el mismo
el hombre que sube
baja el camino
se dispara
un tiro hipotético
habla
de una tierra perdida.
El mar arroja sus presas muertas
como si hubieran sido fáciles
estos días.
Vendrán otros peores.
(La mano que se aleja no va a volver).
Cómo volver allí, cómo volver.
Ánimas
Trocadero
Zanja
Amargura
entran
como plomo en la sangre.

La ciudad es una gran pústula
– hilachas–.
El lenguaje que se vocea
de una esquina a la otra
una gran pústula
–hilachas–.

Un caballo entra
pisotea el estiércol.
Pero
¿Nos vemos en el Two Brothers?

Puerto de las alucinaciones,
barrio chino de utilería,
falso dragón.
Ánimas
Trocadero
Zanja
Amargura.
El sol rompe en migajas el país natal.

Dos girasoles sobre el asfalto




En el Terminal de ferrocarriles
sentada con mi madre
dos girasoles sobre el asfalto.
Su mano borra todo sucio paisaje.
Nunca he comido sino de esa mano
nunca
sino de ese fruto macerado.
Me enseñabas un sendero
para que no me extraviara.
Y siempre regreso, pequeño, pequeño afluente,
buscando un poco de sosiego
como se le da al enfermo
una cucharada de sopa.
Y la cuchara hace frías,
metálicas promesas
hasta que la cabeza se queda
recostada contra el velador.
Una oruga cantándole a un gusano
–la canción de la morfina–
la cabeza roída por dentro
el tallo esplendente conectado al tubo de oxígeno.
El mar, como patrullero,
pisándome los talones.
Thalassa thalassa
he intentado vivir siete veces.

El descenso



Aquí no hay nada sagrado:
Libro de horas
Libro de Horus
Invocar a Osiris
Ra
cualquier sucedáneo.
Decir que mi vida pudo ser así
y fue, sin embargo, otra cosa.
Fijo los ojos fijos
en la dura plomada de los muertos.

Todos los poemas pertenecen al libro: La extranjera.
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Damaris Calderón Campos, La Habana, Cuba, 1967. Poeta , narradora, pintora y ensayista. Graduada de Letras por la Universidad de La Habana. Magíster en Lenguas y Culturas clásicas por la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación (UMCE), Santiago de Chile.

Ha publicado, entre otros, los poemarios: “Con el terror del equilibrista”, Edic. Matanzas, Cuba, “Duras aguas del trópico”, Edic. Matanzas, Cuba, “Se adivina un país” Edic. UNEAC, la Habana, Cuba, “Guijarros”1ra Edición “ El Túnel”,La Habana, Cuba, 2da Edic. RIL Ediciones, 1997, Santiago de Chile, “Duro de roer”, Edic. Las Dos Fridas, Santiago de Chile , “Babosas: dejando mi propio rastro”,Edic. Las Dos Fridas, Santiago de Chile,“Sílabas. Ecce Homo”(1ra Edic. Editorial Universitaria, Santiago de Chile, 2da Edic. Editorial Letras Cubanas, La Habana, Cuba), Los amores del mal, Ediciones El Billar de Lucrecia, México, “El Arte de aprender a despedirse”, Ediciones Aldabón, Matanzas, Cuba y “La extranjera”, ediciones Cauce, Cuba.

Es compiladora de la antología de poesía cubana “Cercados por las aguas”, Revista Aérea, Ril Ediciones, Santiago de Chile/ Buenos Aires.
Ha participado en bienales de poesía en Irak, París, Rótterdam, Montevideo, Chile y Cuba, entre otras.
Poemas suyos aparecen incluidos en diversas antologías sobre poesía cubana y latinoamericana actual. Parte de su obra ha sido traducida al inglés, al holandés, al portugués, al francés y al servo-croata. Reside desde 1995 en Chile. Premio de poesía de la revista Libros de El Mercurio (1999), entre otros reconocimientos literarios. Ha obtenido dos veces la beca de creación del Fondo del Libro y la lectura, Santiago de Chile. Es miembro de la Sociedad de Escritores de Chile (SECH) , de la Sociedad Chilena de Estudios Clásicos y de la Unión de Escritores cubanos.
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Para leer más sobre Damaris Calderón pulse aquí:
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miércoles, 21 de abril de 2010

Retablo para amores imposibles










(fragmento)



Una mujer que nunca me provoca
me ha condenado a lluvia sin motivo
y desde entonces vivo
ahogado en el deseo de su boca.
Silvio Rodríguez

<<Margarita esta tarde con su frío mosaico>>, escribo y la recuerdo avanzando entre la gente en el boulevard de San Rafael una tarde soleada de La Habana. Una muchacha menuda, de pelo lacio y negrísimo, que cuando llega junto a mí me dice a bocajarro: <<Qué bueno que te encuentro>>, como quien acabara de hallar su salvación.
Y la salvación era ella, aparecida precisamente cuando yo sobrevivía entre los escollos de un maremoto personal. Ella que me muestra, con misterio, escondido dentro de su bolsa tejida, un libro forrado con papel periódico para que los curiosos no vean el título ni el autor: Milan Kundera, El libro de la risa y el olvido.
–Te lo presto, pero tienes que leértelo esta madrugada; tengo que devolverlo mañana.
Kundera, Vargas Llosa, Arenas, Novás Calvo, Lezama, libros prohibidos en la isla de los libros.
–Lo trajo un español –me cuenta–. Se lo dejó a una prima de una amiga de mi compañera de trabajo; hay que leerlo rápido.
Y no dormí esa noche, tomando notas, casi trascribiendo, haciendo paralelos entre las letras que devoraba y el mundo del más allá de mi ventana, ese limbo parecido al de los niños macabros.
Y pensando en ella, tan bonita, aquella tarde en que la conocí leyendo sus poemas en el patio colonial, rodeada de escritores y aspirantes, todos queriendo llevársela a la cama. Y ella conmigo un rato después caminando junto al muro que divide a la ciudad del mar.
Las olas chocan contra la piedra y echan sobre la acera un abanico de pequeños arco iris que nos salpican. El sol se ha convertido en tibia caricia cuando nos sentamos a ver el último rayo de la tarde.
–Cuando el sol rueda detrás del horizonte –me dice–, a veces se percibe un rayo verde….–Quiero abrazarla, pegarla a mí.– Si lo llegas a ver y le pides un deseo, se te cumple.
Un deseo que se cumpla, qué sueño tan gastado y engañoso.
–Te traigo un tesoro –dijo con los ojos muy abiertos cuando abrí la puerta la primera vez que me visitó–. Pero tienes que leerlo ahora mismo, no te lo puedo dejar. –Forrada con las páginas coloridas de una revista Unión Soviética, la edición príncipe de Fuera del juego de Heberto Padilla con la nota de la Unión de Escritores deslindándose, desacreditando al jurado que otorgó el premio.– Lo encontró un amigo escondido entre otros libros viejos de la biblioteca de su tío.
Los libros del índex revolucionario pasando de bolsa en bolsa, de mano en mano, de ojo ávido a ojo ávido. La Biblia, Simona de Beauvoir, Piñera, Solzhenitsin. Clandestinos como productos del mercado negro, perseguidos como agentes trasmisores de epidemias. Cavafis, Sartre y Camus, Nietzsche. Y las visitas y los tesoros se hicieron más frecuentes. Dos veces por semana. A veces tres.
<<Margarita y mis manos tanteándole la furia y los almíbares>> Está sentada al borde de la cama junto al equipo de música, revisando el puñado de discos y casetes. Tan concentrada, que su único movimiento es ese gesto instintivo de quitarse el pelo de la cara con un golpe de cabeza.
Yo la miro desde la puerta del cuarto, en silencio. <<Es un panal en el que no debo meter la mano hasta que no esté segura de que no van a picarme las abejas>>, pienso mientras ella saca un disco del montón y cantamos juntas, a vivo grito: <<Quién dijo que todo está perdido, yo vengo a ofrecer mi corazón>> y bebemos a sorbos, del mismo vaso, un ron nicaragüense.
Y avanzada la noche la acompaño a la parada o tal vez caminamos largamente hasta la puerta de su casa, donde nos despedimos y yo desando los pasos, uno a uno, pensando qué pensará de mí, si me querrá un poquito. Pensando si valdrá la pena perder esta amistad por un beso que inaugure el desmoronamiento inevitable. Porque el amor, cuando empieza, sella en ese mismo instante su final. Y porque el de dos mujeres es un grito imperdonable en medio de una plaza rodeada de sicarios dispuestos a atacar.
<<Vender el alma al diablo o vender el alma a Dios>>, escribo y me pregunto si no será de locos que estemos leyendo las Iluminaciones de Rimbaud, las dos del mismo libro, a veces en voz alta, como si nos confesáramos esos fragmentos la una de la otra, mientras llegan claritos los ruidos de la calle, burda salsa desde la grabadora de los vecinos, los gritos de niños jugando a la pelota, el timbre intermitente de las bicicletas.
Pero en ese instante somos las poetas malditas, las enfants terribles. Rimbaud y Verlaine en Centro Habana. Paolo y Francesca en un cuarto alquilado de una isla infernal. Eva y Lillith tentando a la manzana frente al árbol prohibido. <<Vender el alma y que ella llegue alguna tarde a ponerme su almíbar en los labios>>
La cama es un colchón pegado al suelo.Ella está sentada a los pies y yo en el piso, a su lado. Ella tiene abierto el libro sobre sus piernas y yo escribo los versos en una hoja arrancada de un cuaderno. <<Qué Calor>>, se queja y saca los pies de los zapatos. Los pega al suelo frío buscando un alivio. Sus pies pequeños al alcance de mi mano.
Pongo el papel entre las suyas.Ella lee, casi inmóvil, <<Margarita esta tarde con su frío de mosaico>>. Y levanta la vista lentamente hasta mis ojos.<<Margarita y mis manos tanteándole la furia y los almíbares.>>
–¿Qué es esto? –pregunta como si no lo supiera, como si no fuera normal encerrarse noche a noche en un cuarto con una mujer y cantar y beber y leer del mismo libro los tremendos poemas del francés y los poemas propios.
Y yo quise decirle<<que te quiero>>, pero las tres palabras se me atoraron en la garganta y desataron una furia interior que no tenía más salida que el fuego de mis ojos.
–Creo que te has confundido –me dice, cuando la confundida es ella. Y no le sostengo la mirada, sino que cierro el libro, lo dejo sobre la cama, a su lado, y me levanto de un salto y me pierdo en la oscuridad de la cocina.
Y hasta allí me persigue.
–No entiendo qué sucede –y me toma una mano que aparto de la suya– No sabía que esto estaba pasando –insiste y le doy la espalda.
Vuelve al cuarto y recoge sus cosas.<<No la dejes ir>> grita una voz dentro de mi cabeza, pero ella avanza sobre el pasillo apenas iluminado.
–Aprecio tu amistad, pero esto no lo imaginaba…no sé cómo enfrentarlo –y se detiene ante la puerta y gira hasta quedar frente a mí. Me mira a los ojos, con una mirada que parece triste.
En silencio saltan los segundos.El nudo clavado en la garganta apenas me permite respirar. <<Está esperando a que la beses>> grita la voz desde el fondo de mi alma y hago el ademán de acercarme a su cara, pero me detengo, paralizada. Espero a que sea ella quien se acerque y antes de abrir la puerta, deposite un beso leve, el último, en mi mejilla.
<<Margarita y el miedo de que dijera no.>>

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Odette Alonso

Nació en Santiago de Cuba en 1964. Poeta, narradora, ensayista y promotora literaria cubana radicada en México desde 1992. Odisea Editorial publicó su libro de relatos: "Con la boca abierta" (Madrid, 2006). Su cuaderno "Insomnios en la noche del espejo" (2000) obtuvo el Premio Internacional de Poesía “Nicolás Guillén” 1999. Compiladora de la antología "Las cuatro puntas del pañuelo. Poetas cubanos del exilio y la diáspora", proyecto que obtuvo uno de los Premios 2003 de Cuban Artists Fund (Nueva York). Ha publicado, además, los poemarios Enigma de la sed (Cuba, 1989), Historias para el desayuno (Cuba, 1989), Palabra del que vuelve (Cuba, 1996), Linternas (Nueva York, 1997), Visiones (México, 2000), Diario del caminante (Monterrey, 2003), Cuando la lluvia cesa (Madrid, 2003) y El levísimo ruido de sus pasos (Barcelona, 2006). Actualmente es editora de la Dirección de Publicaciones de la UNAM.
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domingo, 18 de abril de 2010

Un examen de identidad.



El submarino amarillo* (Lennon-McCartney)

En el pueblo donde nací
vivía un hombre que navegó por el mar,
y nos hablaba de su vida
en la tierra de los submarinos.

Entonces, navegábamos hacia el sol
hasta que encontrábamos el mar verde,
y vivíamos bajo las olas
en nuestro submarino amarillo.

Todos nosotros vivimos en un submarino amarillo,
submarino amarillo, submarino amarillo.
Todos nosotros vivimos en un submarino amarillo,
submarino amarillo, submarino amarillo.

Y nuestros amigos están todos a bordo;
la mayor parte de ellos viven en la puerta de al lado.
Y la banda comienza a tocar.

Todos nosotros vivimos en un submarino amarillo,
submarino amarillo, submarino amarillo.
Todos nosotros vivimos en un submarino amarillo,
submarino amarillo, submarino amarillo.
Foto tomada del blog editpar.com

(¡A toda máquina, Sr. Boatswain, a toda máquina!)
(¡A toda máquina, Señor!)
(¡A sus puestos! ¡A sus puestos!)
(Sí, Señor, sí.)
(¡Capitán! ¡Capitán!)

Llevamos una vida descansada,
y cada uno tiene todo lo que necesita:
cielo azul y mar verde,
en nuestro submarino amarillo.

Todos nosotros vivimos en un submarino amarillo,
submarino amarillo, submarino amarillo.
Todos nosotros vivimos en un submarino amarillo,
submarino amarillo, submarino amarillo.

Todos nosotros vivimos en un submarino amarillo,
submarino amarillo, submarino amarillo.
Todos nosotros vivimos en un submarino amarillo,
submarino amarillo, submarino amarillo.

Traducción de Agustín Sánchez y Peter Bryan extraída del libro Los Beatles de Alain Dister (1973) y ampliada con el subtitulado de la película Yellow Submarine (1999). Tomado de:http://www.losescarabajos.es/repertorio/yellowsu.htm


MAGNETIC RESONANCE( EG, PROTON)


Nunca he estado en un submarino, ni siquiera Amarillo, pero hace unos días tuve que introducirme en una máquina para revisar mi hombro izquierdo, y por alguna extraña razón, pensé que el ruido de martillo constante sobre mi cabeza, mi boca pegada al techo de la capsula, el entumecimiento por la postura rígida, todo parecía un viaje en un submarino ruso, (según lecturas hechas) de aquellos que alguna vez merodearon las costas del caribe. Pero, necesitaba salir mentalmente de ese trauma que me produce el encierro, escapar de nuevo hacia otros aires, otros mundos menos circulares como aquellas ruinas dejadas en la aventura y el orden de trasgredir lo permitido, la ley impuesta sin otra respuesta que esa sensación de ruina por todas partes. Esa sensación de pertenencia cercana a la desgracia que nunca deja de estar dentro, por mucha felicidad que enarbole la nueva vida, por muchas lenguas que adquirimos y por mucho deseo, no nombrado, de dejar de mirar atrás para estar seguros, que ninguna oscuridad nos sigue.

Entonces apelé a aquella lectura de Santa Teresa de Jesús cuando se encuentra con Dios, bajo un árbol donde descansaba, cuando lo siente en forma de ángel desde una realidad o sueño que le permite viajar hacia esa claridad que solo Dios proyecta. Como no soy el aparecido de esa santa, y porque mi generación aprendió a morir y vivir sobre la línea del asfalto como un canto heavy metal, a veces, indescifrable al dogma, no pude viajar, sentí que los veintiséis minutos del examen, eran como una gota de agua y el sonido de un radio en la lejanía, detrás de muchas paredes tapiadas, y nunca imaginé, que esas postales supuestamente superadas de aquella existencia de cautivo y poeta, de aquellos días siempre sobre un aro de fuego, volvería a quemarme con una inquietud de quien puede reconocer el poder de Dios, en ese regreso al polvo, en ese segundo donde aquí no estamos más para contarlo.

Sólo una idea, como una balsa a la deriva, como un niño salvado por muchos delfines pudo calmarme; respiré profundo, me dije que no sabía odiar porque tampoco sabía perdonarme, me dije que la violencia, los atrincheramientos y la pólvora, eran solo una identidad de paso, un tiempo difícil y bello para aprender antes que se abra un surco en el mar y los muertos, -nuestros muertos-, regresen, con lumbre a reconstruir, la única gloria que no se puede ver en el fondo del mar, ni es tampoco una única opción, ni es una forma suicida de entendernos; esa gloria, viene de no olvidar, de no dejarlos, -a quienes se quedaron- en esa tierra de olvido que a veces con la comodidad y el tiempo, vemos borroso, como si el nacer en un lugar, aunque se viva mejor en otro, no nos concediera suficiente bondad para llamarnos patria, como si mirar al otro, no fuera entender ese destino que ningún victimario puede llevarse a bolina de nuestra vida, la real, la de abajo, la que es como la hierba que crece sobre el piso de tablas de un viejo edificio de madera, y se da el lujo de nacer de ahí, algunas flores: puede que blancas, o amarillas, que mas da, es una señal desde cualquier cielo, una forma de que estiremos un poco los dedos para alcanzar, lo inalcanzable, de vestirnos con la mezcla de todo lo que somos, para que nadie quede fuera, y cuando se abra está máquina de ruidos, donde nos metieron, después de responder las gracias y mirar aliviado, asirnos a la oportunidad de seguir aquí, de reencontrarnos con los amigos: que si están vivos, ya eso se perdona, de saber que a pesar del miedo y del dolor, también nosotros podemos tener las almas, desaforadamente blancas.


Juan Carlos Recio
NY/ Abril 9 del 2010.
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Más sobre la idea de submarinos amarillos:

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jueves, 15 de abril de 2010

Norge Espinosa en Manhattan.



Después de 8 años sin regresar a Estados Unidos y más de 15 de no verlo, el reencuentro de ayer por la tarde, miércoles 14 de abril a las 6pm, con mi amigo Norge Espinosa, tuvo el gusto de una fiesta innombrable. En el room 201 the Hispanic Institute at Columbia University, el poeta, dramaturgo y crítico, quien es, entre otras cosas de las que hace en La Habana, uno de los cómplices principales en teatro El público, de los mejores proyectos teatrales en estos momentos en Cuba. El Público, también ha sido visto en escenarios como the International Writing Program of the University of Lowa, in 2001, además en The Royal Court Theater in London, (2003, 2004 y 2007). Norge Espinosa tuvo para suerte de todos los que asistimos, hablarnos sobre la sexualidad y la literatura en la Isla, con esa maestría y coherencia que lo caracteriza. El título de la conferencia. Máscaras y prejuicios: otros escenarios para la Homofobia en Cuba. Gracias a la invitación y responsabilidad de: Dep. of Spanish and Portuguese , the Institute for Comparative Literatura and Society, the institute of Latin American Studies, Barnap Dep. of Spanish and Latin American Cultures, and the Institute for Research on Women and Gender. La presentación a cargo de Frances Negron. El poeta visitó con motivo de esta conferencia, Kansas, Pittsburgh, Michigan, Atlanta y New York.



Los antecedentes más tempranos y específicos que nos acercan , de Norge Espinosa al tema de la Homosexualidad, viene de su antológico poema, “Vestido de Novia”, un hermoso texto que descubría su vida ante todos y que abrió un espacio muy decoroso de este tema dentro de la poética de los 80 en la patria martiana. El poeta ha publicado numerosos libros, entre ellos de poemas, (los que me he leído): Las breves tribulaciones, Premio Caimán barbudo 1992, y Las estrategias del páramo. Por cortesía de este amigo y por un chantaje emocional de perdurable amistad, tuvo la gentileza de enviarme la justificación de lo que ha hecho en tierra de Walt Whitman , y por tanto, estoy seguro, volverá con estos aciertos, a seguir alumbrándonos desde la fiesta innombrable de tenerlo.


VESTIDO DE NOVIA

Por eso no levanto mi voz, viejo Walt Whitman,
contra el niño que escribe nombre de niña en su almohada,
ni contra el muchacho que se viste de novia
en la oscuridad del ropero.
Federico García Lorca

Con qué espejos
con qué ojos
va a mirarse este muchacho de manos azules.
Con qué sombrilla va a atreverse a cruzar el aguacero
y la senda del barco hacia la luna.
.Cómo va a poder
Cómo va a poder así vestido de novia
si vacío de senos está su corazón si no tiene las uñas pintadas
si tiene sólo un abanico de libélulas.
.Cómo va a poder abrir la puerta sin afectación
para saludar a la amiga que le esperó bajo el almendro
sin saber que el almendro raptó a su amiga le dejó solo.
Ay adónde va a ir así este muchacho
que se sienta a llorar entre las niñas que se confunde
adónde podrá ir así tan rubio y azul tan pálido
a contar los pájaros a pedir citas en teléfonos descompuestos
si tiene sólo una mitad de sí la otra mitad pertenece a la madre.
.De quién a quién habrá robado ese gesto esa veleidad
esos párpados amarillos esa voz que alguna vez fue de las sirenas.
Quién le va a apagar la luz bajo la cama y le pintará los senos conque sueña
quién le pintará las alas a este mal ángel hecho para las burlas
si a sus alas las condenó el viento y gimen
quién quién le va a desvestir sobre qué hierba o pañuelo
para abofetearle el vientre para escupirle las piernas
a este muchacho de cabello crecido así vestido de novia.
Con qué espejos
con qué ojos
va a retocarse las pupilas este muchacho que alguna vez quiso llamarse Alicia
que se justifica y echa la culpa a las estrellas.
Con qué estrellas con qué astros podrá mañana adornarse los muslos
con qué alfileres se los va a sostener
con qué pluma va a escribir su confesión ay este muchacho
vestido de novia en la oscuridad es amargo y no quiere salir no se atreve
no sabe a cuál de sus musgos escapó la confianza
no sabe quién le acariciará desde algún otro parque
quién le va a dar un nombre
con el que pueda venir y acallar a las palomas
matarlas así que paguen sus insultos.
Con qué espejos con qué ojos
va a poder asustarse de sí mismo este muchacho
que no ha querido aprender ni un sólo silbido para las estudiantes
las estudiantes que ríen él no puede matarlas
así vestido de novia amordazado por los grillos
siempre del otro lado del puente siempre del otro lado del aguacero
siempre en un teléfono equivocado
no sabe el número tampoco él lo sabe.
Está perdido en un encaje y no tiene tijeras
así vestido de novia como en un pacto hacia el amanecer.
Con qué espejos
con qué ojos.



Juan Carlos Recio
NY/ 15 de abril del 2010

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REWRITING THE BODY:
OTRAS POLÍTICAS DEL DESEO EN CUBA

1 (Fragmento)

Pareciera que al menos desde la década del 90, desde ese momento en el cual ya todos nos aprestábamos a recibir el nuevo siglo y el nuevo milenio con proyectos de cambio bajo el brazo, una verdadera conmoción ha sacudido a Cuba en términos tan inesperados como impostergables. La nación que acogió los años iniciales de ese decenio con un espíritu que se adivinaba promisorio, tuvo que archivar, temporal o perdurablemente, algunos de esos planes bajo la presión insólita que representó la entrada al Período Especial en Tiempos de Paz, un espacio cuya cronología es aún materia histórica imprecisa, pero que definitivamente catalizó algunos cierres, y desdibujó mucho de la postal idealizada que aspirábamos a ser en los nuevos tiempos. La pérdida del sostén económico que nos permitió vivir en una suerte de burbuja tropical, como un laboratorio del ideal socialista, desató divergencias mal acalladas entre los que sonreían en la foto. Y dejó, también, una zona de representación donde incluso los que no aparecían en la imagen se adelantaron a declarar sus anhelos e inconformidades. La Isla se reinventó desde la escasez, la dignidad entendida como performance política, y también mediante la despedida que quebrantó, con una violencia que solo se recordaba desde los días turbios y aún mal contados del Mariel, los segmentos de la sociedad en bandos opuestos y agresivos. Los ideales se vinieron abajo, y de repente el Cubano se halló con no demasiadas cosas entre las manos. Pero sí con su cuerpo, un Cuerpo elevado a símbolo de martirio bajo aquellas nuevas circunstancias. Sólo que en Cuba, caribeños al fin y al cabo, hasta el martirio puede explicarse mediante las claves del juego y el retozo.
En el país que fuimos antes de que cayera el telón final de los 80, varios artistas se aproximaron al proscenio de una tribuna social en la cual la cultura podía ser una voz atenta y despierta. Bajo las ráfagas del aire de rectificación que el país asumió como plataforma política a mediados de esa década, se exigieron ciertas libertades que confrontaron la grisura institucional con una búsqueda de la verdad que marcó toda una serie de maniobras de alto poder reactivo. Primero los artistas de la plástica, saliendo a las calles en pos del sitio que no hallaban en las galerías oficiales, con intervenciones y un tono de provocación que retaban la pereza académica. Se unirían a ellos los escritores, esencialmente poetas; teatristas y cineastas no tardaron en añadirse a ese reclamo. Si el país se entendía como coro de diversidades bajo un patrón político que confiaba en su replanteo, aquellos jóvenes asumieron la señal de cambio como un desafío. La utopía era una fuerza que los animaba. Cambiarlo todo, cambiar la vida, como quiso Rimbaud, tenía que ser posible en aquella burbuja antillana.
Entre las proyecciones que se avizoraban en ese instante se incluía una campaña de educación sexual importada desde el modelo socialista europeo. Se editaron libros que devinieron best-sellers acerca de la temática. El índice de embarazo precoz en la Isla recordaba a esos especialistas, alemanes muchos de ellos, que el fogoso mito tropical podía desatar inesperadas estadísticas. El tabú que aún ronda lo erótico como tema a socializar en el país, había silenciado alternativas de intercambio natural de información sobre el asunto, y la propia Revolución había estimado que lo concerniente a lo sexual era, más allá del valor reproductivo, una suerte de exceso, que no barroco, sino casi antisocial. La Patria, en su concepto de cuerpo puro, reconstruida en el ascenso ideológico a la materialización del sueño de las masas desposeídas, devenía un cuerpo de mármol castrado, deshistorizado de los desvíos que sin embargo habían resultado definitorios de vez en vez. Los homosexuales, las personas de vida licenciosa, fueron víctimas tempranas de campañas de depuración, en las que se les igualaba sin demora con la contrarrevolución más ardua. El precio de esas actitudes era el paso a una muerte en vida, pérdida de estudios y carreras, invisibilidad a cubrir con la pintura de cal con la que algunos debieron untarse el cuerpo, transformados en pintores de brocha gorda a fin de demostrar que la fidelidad al trabajo podía hacerlos mejores hombres y mujeres: la obra de una vida debía resarcirse dando la vida por una Obra.
Los años 80 son el paréntesis de respiro que Cuba alcanzó entre la gélida imagen de los 70: una Isla tan prefabricada como la arquitectura que se puso de moda para apresurar la construcción de viviendas; y el nuevo golpe de los 90. La intensidad de ese breve tiempo no ha sido aún justamente estudiada ni medida. El debate se convirtió en otra forma de participación artística, y en algún momento llegó a sentirse, como en la primera década revolucionaria, que todo podía ser discutido. Cuando la crisis se hizo palpable, mucho de eso se abroqueló, se enquistó o fue simplemente silenciado. El cierre de las publicaciones más polémicas, la falta de papel como excusa para demorar o paralizar la edición de libros y revistas, la consigna como respuesta rígida a preguntas que habían quedado pendientes, todo eso erosionó lo que se profetizaba. Los avances leves en la campaña de educación sexual, que incluían miradas esencialmente preventivas acerca del origen y tratamiento de las sexualidades disidentes, también fueron opacados. Por años, el VIH/SIDA sería un fantasma que devoraba nombres de personas que desaparecían en hospitales y sanatorios: un castigo a esa vida de exceso que era preferible no visibilizar. Cuando a inicios de los 90 la doctora Mónica Krause declaraba en una entrevista que la población homosexual cubana podía medirse en un cauteloso 3 %, la discreta cifra escandalizó y molestó. Ese número tan discreto representaba a una zona del Cuerpo que no había sido contabilizada. De repente, el Cuerpo Nacional tenía que reconocer otros índices para medir sus amenazadas extremidades.

2

El 17 de mayo del año 2008 ocurrió un hecho sin precedentes en el devenir de la nación cubana. A diferencia de las hazañas que la prensa de la Isla proclama como noticias casi diariamente, en una denodada maniobra de hacer creer al mundo que el país, aún bajo la crisis económica y de otros órdenes que lo asola, puede seguir pariendo Historia; esta ocurrió como por sorpresa, dejando sin aliento hasta a quienes la organizaron o tenían una vaga idea de lo que sobre ese acontecimiento debían divulgar y promover. La celebración por vez primera en Cuba del Día Mundial de Lucha contra La Homofobia abría otro calendario en el mapa tradicional de la Nación, opacando incluso al Día del Campesino, que tiene su celebración, según el almanaque revolucionario, durante la misma jornada en la cual, desde el 2005, se ha elegido la misma fecha como una convocatoria a enfrentamientos con la tradición homofóbica de no pocos sitios del planeta –algo que espantaría a Samuel Feijóo y deleitaría a Reinaldo Arenas. Animada esencialmente por el CENESEX, bajo la guía de Mariela Castro Espín, junto a instituciones de la salud como el Centro Nacional de Prevención contra las enfermedades de transmisión sexual, el suceso movilizó a miembros de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, de la Asociación Hermanos Saíz y otras entidades políticas, culturales y de masas. Las estrategias del Centro Nacional de Educación Sexual, que hasta ese momento habían sido calificadas de persuasivas y moderadas, se dilataban inesperadamente a un plano de acción que imponía un abanico mucho más amplio de visibilidad, gustara o no el que aquellos homosexuales enumerados por la experta alemana ganaran una voz y un rostro ante las cámaras de la televisión nacional y extranjera. Sólo los ingenuos creyeron que se trataba de una mutación repentina. Algunos de esos mismos integrantes de aquella multitud, varios entre los que colaboramos en esa celebración y otros que recibieron con desdén, rechazo o estupor la noticia, sabían que lo único que comenzaba era otra forma de la batalla.


La lucha por supuesto tenía precedentes. La carencia de una arqueología, de un historiar cuidadoso que avizorara aún en el mapa oculto de la Nación esos puntos de partida, hizo creer a muchos que se venía de la nada. Sólo a partir de 1998 comienzan a aflorar libros, análisis y estudios que desde un carácter verdaderamente moderno relocalizan el Cuerpo sexuado del país dentro de su propia convención, exigiendo con ello que tal convención se dinamite o alcance nuevas maneras de hacerse palpable. El grupo de homosexuales que se nucleó alrededor de José Rodríguez Feo y Virgilio Piñera en la revista Ciclón, contestataria de su precedente, Orígenes; activó un grupo de textos en los cuales, acaso como respuesta a los avatares de la Mattachine Society y otras entidades por el estilo, radicalizaban la memoria cultural de la sensibilidad homoerótica, poniendo ante el lector relecturas de Proust, Wilde y Whitman, a quien añadían un icono enteramente criollo: el poeta Emilio Ballagas. La fuerza de los acontecimientos desencadenados a partir de 1959 hizo decir a la propia revista que era preferible unirse a la marea humana que inundaba las calles con ímpetu revolucionario, y dejar a un lado, por el momento, otros temas. Esos asuntos, sin embargo, demorarían mucho más de lo pensado en retomarse en letra escrita. Al menos, desde el espíritu polémico y reivindicatorio que Ciclón aportó.

La Revolución eludió esas aspiraciones. El pretexto político y la obsesión por crear una imagen monolítica del país, donde todo tipo de flaqueza sería sinónimo de debilidad ideológica y de acción, aceleró la invisibilidad de toda una generación que se había entregado, con esperanza e incertidumbre, a los nuevos discursos. Por ende, el acercamiento a esos rostros devino acusación y finalmente ausencia. En la Isla llegaron a producirse experimentos para analizar la posible cura del homosexualismo, para la cual se tomó como modelo de estudios a jóvenes y adolescentes que habían llegado a la capital para estudiar carreras relacionadas con el arte. La UMAP, la depuración universitaria, y finalmente la parametración invitaron a los desviados a regenerarse mediante el trabajo, según una fórmula importada desde China y las estepas rusas, como cazadores de cocodrilos o sepultureros. La herida, pese a los recientes abordajes, sigue abierta. Pero el país anhelaba reconstruirse, y en los años 80 algunos volvieron a alzar la voz.
La cultura ha sido para los cubanos un espacio de confraternidad, de auxilio en pos de sanar espiritualidades y promover temáticas que la rígida imagen exportada por la Isla demora en asimilar o exponer. En ese ámbito, zona de acelerados intercambios, se han adelantado varios de los debates acerca de la representación de la vida nacional y sus principales conflictos. Cuando llegan los 90, Lezama Lima ha sido rescatado por un grupo de jóvenes que intentan descifrar en la prosa y el verso del maestro hermético ciertas coordenadas que, a la manera de un Nostradamus asentado en la calle Trocadero, puedan recomponer sensibilidades y utopías. Es la punta de un nuevo iceberg, bajo el cual esperan con impaciencia otros nombres a fin de ser devueltos a un prisma de la nacionalidad que al expandir caracteres y disensos, traen consigo la herencia de otras personalidades tan insólitas como las del propio Lezama. Piñera, Arenas (dos de los cadáveres más incómodos de la historia nacional), están entre ellos. En la Universidad de La Habana, de modo casi clandestino, algunos estudiantes organizan tertulias donde asoma lo homoerótico. Varios autores ganan premios con relatos y poemas acerca de esa temática. Parece finalmente que el núcleo va a expandirse, que otro Big Bang hará crecer las fronteras de pensar y asumirse en lo Cubano como Cuerpo deseante.

Entre 1998 y el 2000 yo mismo estoy organizando las Jornadas de Arte Homoerótico en La Habana, bajo los auspicios de la Asociación Hermanos Saíz, llevando a la capital artistas de distintos puntos del país. No hubiera sido posible, tal vez, sin el impacto logrado por Senel Paz con El bosque, el lobo, el hombre nuevo, el célebre relato con el cual ganó este autor el Premio Juan Rulfo y que dio pie, entre otras muchas aproximaciones, al filme Fresa y chocolate. Medir el impacto de ese relato en el corpus de ideas de la Nación es cosa aún no hecha a cabalidad. El cuento, y luego la película, evidenciaron necesidades y carencias que el pueblo mismo acogió como parte de un discurso crítico en el que el homosexual debe exilarse pero repentinamente, durante el tiempo evocado por el relato y sus representaciones, puede erigirse en una voz que demanda un lugar bajo el sol. Trece años tardó la película en verse en la televisión cubana. Cuando finalmente se produjo su transmisión, no pocos habrán sentido que se daba otro paso en la batalla.

Fresa y chocolate es también, desde su fuente narrativa, un punto que amerita discusiones aún no planteadas. La imposibilidad física del protagonista de materializar su amor es una suerte de pasmo que aún paraliza los tratamientos del tema: los homosexuales pueden dejarse ver y oír, pero no abrazar lo deseado. Es por ello que los roces, las caricias, los besos, son cortados minuciosamente de los filmes y teleseries que ahora puede ver el cubano: 20 años después, dios mío, de la aparición del relato. El escándalo suscitado por la telenovela cubana La otra cara de la luna (una mezcla delirante de homofobia, cobardía, y adelantos en tanto centraba su argumento por vez primera en historias relacionadas con el VIH/SIDA) demostró cuánto faltaba por hacer. Cuánto de lo que se esperaba pasivamente de las campañas de salud estaba cayendo en saco roto. Y me permito subraya el “pasivamente”.

Cuando el libro Del otro lado del espejo: la sexualidad en la construcción de la nación cubana del joven historiador Abel Sierra gana el Premio Casa de las Américas 2006, otro combate parece ganado. El volumen recopila información acerca de la fundación de un discurso sexuado que incluye a gays y lesbianas, desde los tiempos de la colonia hasta el presente, haciendo énfasis en la asimilación hoy día o no de los travestis y transgéneros en el ámbito social revolucionario. Es un excelente punto de partida para la discusión, incluso en sus agujeros negros: el lector pasa sin acápite alguno de la Habana de los 50 a la de estos días, sin que se haga un repaso tan minucioso como el que el mismo libro ha ofrecido sobre los momentos álgidos de los primeros años del Gobierno socialista en torno a la sexualidad de sus ciudadanos. Junto a este volumen pueden citarse los análisis de Víctor Fowler, así como un ya denso conjunto de poemas, obras teatrales y piezas narrativas que dan carne verbal a los deseos antes sometidos.

Todo ello arroja luz sobre las nuevas Políticas del Cuerpo Cubano: una dimensión en la que tratan de interconectarse obras diversas, y anhelos inherentes a una sociedad que reclama un período de cambios, y que en la espera, trata de mantener una especie de movimiento, así sea virtual, que la haga sentirse en cierto modo palpitante, viva. En tiempos de opresión económica, la prostitución femenina y masculina, y la inversión de valores tradicionales puestos en crisis desde los estamentos gubernamentales a partir de su probado anquilosamiento, han dado origen a nuevos personajes, que entran con fuerza propia en una galería social que se ha de saber contaminada, y que de esa suerte de infección, trata de extraer una nueva moral bajo la cual se intenta seguir accionando mediante algunos recursos residuales del gesto social oficializado. La coexistencia de dos realidades paralelas, que extrañamente se intersectan en algún punto de sus trayectorias superpuestas, hace de Cuba un Cuerpo que habla un lenguaje mientras sus miembros accionan desde otro. De esa aparente contradicción brota mucho de lo mejor que en arte y literatura se concibe en la Isla de estos tiempos.

Si Ena Lucía Portela manipula los fantasmas de Djuna Barnes y Virginia Wolf para acelerar sus ácidos retratos del mundillo literario habanero, Pedro de Jesús López incorpora la carga de vitriolo que Reinaldo Arenas manejó como nadie para desenmascarar actitudes e ineptitudes aun entre sus amistades reales, devenidas personajes de sus novelas y relatos impúdicos. Si la pintora Rocío García enmascara su lesbianismo en obras plásticas de colorido restallante, donde se aprovecha de los códigos leathers, del comic y del sadismo letrado que Pasolini aportó; René Peña hace de su anatomía un organismo diferenciado, que coloca filosos instrumentos entre sus muslos, o calza altos tacones en contraste morboso con su piel negra y masculina. Si Carlos Díaz, en la escena del Trianón, la sede de Teatro El Público, desnuda cuerpos como conflictos en su versión de El público de Federico García Lorca, también se atreve a releer a Jean Paul Sartre transformando a La puta respetuosa en un sex show, donde hombres imaginados por Tom of Finland bailan al ritmo de reguetón, mientras la protagonista se agita dentro de una jaula que será su habitación, su nido, su cárcel perpetua. Todos esos hechos discuten lo Cubano desde una dimensión en la cual lo erótico se mezcla de modo irreverente con otras cargas de ideología, credo y esperanzas. Más bien, de desesperanzas. Pero al arte le toca apostar, y eso hacen estas obras y piezas: apostar por el Cuerpo cuando ya no queda nada más que poner en juego. El fotógrafo Eduardo Hernández inventa collages donde sus modelos son como estatuas helénicas en pleno hervor habanero. Desde esos perfiles decadentes, reinventa el mito de San Sebastián. Casi puede sentirse el calor de la Isla bajo la piel de esos rostros que él retrata.

El 17 de mayo del 2008 resultó un tour de force en el sentido más amplio de la frase. El CENESEX no solo demostró un poderío de convocatoria que faltaba en sus campañas y acciones previas, sino que se vio retado, a partir de ese momento, a dilatar en un concepto de veras inclusivo todo lo que proponía. Se visibilizó un conjunto de rostros y anhelos que iban desde la travesti 24 hours days hasta el heterosexual curioso e indignado. El hecho recibió una cobertura mediática que lo sobrepasó todo. El backlash con el cual respondieron diversas organizaciones de masas, políticas y religiosas demostró que la tolerancia es aún un producto caro entre muchos cubanos. Cartas y quejas llegaron a oficinas, a organismos centrales del Estado. El mismo ser civil que nunca antes había oído hablar del homosexual más que como fenómeno, chiste o víctima de una pandemia se preguntaba por qué debía ver a ese por ciento de la población (evidentemente mucho mayor de lo anunciado por la doctora Krause) recibir tal protagonismo, siquiera fuese en el plazo de un día. La iglesia católica, a través de la revista Palabra Nueva, lanzó una diatriba del Monseñor Carlos Manuel de Céspedes donde se mostraba presa de uno de los más grandes ataques de queer panic de que se tenga noticia, viendo en peligro la estabilidad del matrimonio y la familia. El ala conservadora de mucho de lo que controla y dirige los discursos institucionales y aún domésticos en la sociedad cubana se hizo sentir. La batalla, lejos de ganarse, crecía a una dimensión inesperada.

La segunda edición fue mejor preparada en órdenes internos, se multiplicaron acciones y se vincularon más artistas y personalidades. La campaña publicitaria, sin embargo, no logró convencer a los grandes medios nacionales, que salvo contadas y honrosas excepciones, pasaron por alto la noticia. Ni siquiera el linaje político de la directora del CENESEX pudo lograr que se repitiera la atención de la primera vez. De esa decepción, que no frenó las expectativas de la oleada que nuevamente acudió a las sedes del hecho, pueden extraerse lecciones que den mayor amplitud a lo que se va incorporando a esta fecha. Es imprescindible que estas y otras iniciativas asuman un mapa verdadero del país, con una conciencia histórica que aún falta, donde la hoja de vida de cada cual se integre y no excluya al otro. El peso de la labor ha estado concentrado en los travestis y aspirantes a cambio de sexo, y entre los pacientes de VIH/SIDA. Por supuesto que no todos los gays y lesbianas quieren ser travestis o están enfermos. El discurso de salud sigue siendo el preponderante, los mensajes se vuelven retóricos en su voluntad esencialmente preventiva; las personas que apuestan con sus presencias a favor de estas estrategias quieren, también, ser defendidas y representadas no solo en el margen de una única fecha y una línea estrecha de aparentes seguridades. No todos, siquiera, desean acogerse, en una nación saturada por el delirio de organizaciones y entidades de control, bajo una u otra institución, y ese es un derecho de independencia que también debe ser comprendido. No todos son tan afortunados como los que viven en Santa Clara, al centro del país, donde el actor Ramón Silverio, a fuerza de tenacidad, ha logrado por casi treinta años mantener en pie las ruinas del Mejunje, un centro cultural donde gays, roqueros, lesbianas, artistas, músicos, gente bohemia y muchos desclasados han encontrado un espacio de dignidad. Así como se gana un espacio, se advierten divisiones internas, prejuicios excluyentes que minan los discursos de quienes se afirman como entes ecuménicos, y el peligro de un protagonismo mediático puede enturbiar la calidad auténtica de lo que se propone en la jornada: contra todo ello también se debe estar alerta. El Cuerpo que aparece en esas acciones quiere reconocerse diverso: no temerle a todos y cada uno de los significados de ello dará un índice de libertad que es tan impostergable como aún inalcanzado. Y no solo en términos de vida sexual.
Norge Espinosa.

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Foto y currículo tomado de La Primera Palabra,
blog de Heriberto Hernández

Norge Espinosa: Santa Clara, 1971. Graduado de la Escuela Nacional de Teatro en 1992. Como dramaturgo ha estrenado Los músicos volantes (Teatro de los Elementos, 1992), Sarah´s (Teatro El Público, 1995), Sácame del apuro (Teatro Pálpito, 1997), En un retablo viejo (Teatro de las Estaciones, 2001), e Ícaros (Teatro El Público, 2003). Ha publicado Las breves tribulaciones (Ediciones Capiro 1993), Cartas a Theo (Ediciones Vigía, 1990), Los pequeños prodigios (Gente Nueva, 1996), Las estrategias del páramo (Ediciones Unión, 2000), Carlos Díaz: Teatro El Público: la trilogía interminable (Editorial Abril, 2001), Romanza del Lirio (Ediciones Sed de Belleza, 2003), y La virgencita de bronce (Ediciones Alarcos, 2004)

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Para leer más sobre Norge Espinosa pulse aquí:

http://laprimerapalabraque.blogspot.com/2009/02/las-palabras-del-cuerpo.html

http://www.caimanbarbudo.cu/html_total/simpresas/articulos/342/index_articulo_12.htm

http://alocubano.com/literatura_homoerotica_en_Cuba.htm

http://alascuba.blogspot.com/2008/12/norge-espinosa-santa-clara-1971.html

http://www.eforyatocha.com/search/label/Norge%20Espinosa

http://www.lajiribilla.cu/2008/n368_05/368_16.html

http://www.walterlippmann.com/docs2035.html

http://www.habanaelegante.com/Winter2006/Verbosa.html

http://laprimerapalabraque.blogspot.com/2009/10/vitier-los-ojos-de-la-poesia.html

http://laprimerapalabraque.blogspot.com/search?q=vestido+de+novia+norge

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miércoles, 14 de abril de 2010

"Marina"




Fragmento de la viñeta inspirada en los sucesos del Mariel:
In Memoriam, Carlos Victoria.




Ciento veinticinco mil rostros se deslizan sobre las silenciosas aguas del estrecho. Rostros hoscos, marcados. Rostros de sueños. Rostros de una extraña primavera. Multitud de ojos fulgurantes, labios quemados y sedientos, axilas y manos sudorosas, a bordo de un archipiélago de pequeñas embarcaciones, rumbo Norte. Nadie se atreve a mirar atrás... Las suaves, onduladas aguas, alivian el viaje, pero no sus corazones. Rostros de piedra. Un puñado de hombres jóvenes se inclina sobre la popa de una de las naves, mirando hacia abajo —por primera vez— las blancas estelas en el mar. Hacia la proa, una mujer solitaria, entre el rumor del hacinado grupo, sostiene en sus brazos a su niño que llora. “¿Qué edad tiene?” le pregunta un hombre de barba entrecana. La mujer no responde, sólo abraza con más fuerza a su niño, eludiendo al hombre delgado y de apariencia frágil. Mientras, éste dirige la mirada hacia la muchedumbre que se balancea, y exhala casi sin aliento, “¿Y qué hay de la tierra prometida? ¿Habrá un alma que espera…?” El hombre de barba entrecana se siente hacinado, como todos. Está cargado de impaciencia... Un viento furtivo sopló sobre su rostro, echando hacia atrás sus cabellos, y descubriendo sus rasgos: nariz firme, ojos oscuros y profundos, mentón cuadrado y semblante pálido...




Felix Anesio
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Felix Anesio, escritor cubano, residente en Miami. Nacio el 26 de Abril, 1950, en Guantanamo. Ingeniero de profesion, comienza su vida literaria activa en el año 2000, donde le publican una cronica titulada "Una Ciudad Cinematografica", en la revista "Alba", de la iglesia catolica. En el año 2009, publico el libro de cuentos y vinetas "Cronicas Aldeanas", cuya primera edicion ya esta practicamente agotada, estando a la venta en la Libreria Universal, y en Zu Galeria. Este libro forma parte del fondo Cuban Heritage Collection de la Universidad de Miami, y esta tambien en la Main Library de Dade-County, asi como en otras bibliotecas. La edicion en ingles de este libro (escrito simultaneamente) sera editada en Mayo, 2010. Tiene una novela en preparacion para el verano de este año.
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